"En el hogar, en la cálida seguridad del amor y la disciplina, aprendemos los valores que nunca cambian; aprendemos las diferencias entre lo bueno y lo malo, así como la autodisciplina, el autodominio, la responsabilidad personal, todos los fundamentos de un buen carácter, el interés por los demás y los buenos modales. Los valores, tanto públicos como privados, no pueden durar mucho si no están regenerados y sostenidos por la creencia religiosa; necesitan una renovación continua. Es esencial que haya un despertar de la fe y la creencia en valores religiosos. La Iglesia fomenta las enseñanzas familiares y, a su vez, por medio de sus convenios y ordenanzas, une a la familia eterna. Nuestros templos son testimonios de nuestra fe en la familia eterna. Algunos dicen que la familia no puede cambiar la situación porque hay muchos que no tienen familia; y es verdad que muchos no tienen una familia propiamente dicha. Otros dicen que muchas familias fracasan, y lamentablemente también eso es verdad. No obstante, con todos sus defectos, la familia es todavía, sin lugar a dudas, la unidad social más importante, la mejor respuesta a los problemas humanos en la historia de la humanidad. En vez de debilitar más los lazos familiares, es necesario fortalecerlos."
(Pte. James E. Faust, Liahona julio 1987)
(Pte. James E. Faust, Liahona julio 1987)
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