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lunes

José Smith

"A menos que un hombre y su esposa entren en un convenio sempiterno, mientras se hallaren en este estado de probación, y sean unidos por las eternidades, mediante el poder y la autoridad del Santo Sacerdocio, cesarán de aumentar cuando mueran, es decir, no tendrán hijos después de la resurrección. Pero aquellos que se casan por el poder y la autoridad del sacerdocio en esta vida, y siguen adelante sin cometer el pecado contra el Espíritu Santo, continuarán aumentando y teniendo hijos en la gloria celestial."
(José Smith, Enseñanzas del Profeta fosé Smith, pág. 366.)

James E. Talmage

"Los convenios matrimoniales que se autorizan y sellan por el poder dado por Dios subsisten, si los participantes en ellos son fieles a sus promesas, no solamente por esta vida mortal, sino también por todo el tiempo de esta vida y por toda la eternidad. De ese modo, los esposos dignos que se han sellado bajo el convenio sempiterno se levantarán el día de la resurrección para recibir su herencia de gloria, inmortalidad y vidas eternas.
"Será la bendición privilegiada de los seres resucitados que obtuvieron exaltación en el reino celestial al disfrutar de la gloria de una progenie sin fin, llegar a ser padres de generaciones de hijos espirituales y dirigir su desarrollo a través de las etapas de probación similares a las que ellos mismos pasaron.
"Los propósitos de Dios son eternos; El proveyó para sus hijos un progreso sin fin, mundos interminables."
(James E. Talmage, "The Eternity of Sex", Young Woman's Journal, Oct. de 1914.)

Spencer W. Kimball

"Pienso que no habría apóstatas y que nadie cometería infracciones a las leyes si las personas recordaran, y recordaran de verdad, los convenios que han hecho en las aguas del bautismo, al tomar la Santa Cena y en el templo. Creo que ésa es la razón por la cual el Señor pidió a Adán que ofreciera sacrificios: por ningún otro motivo sino el de que éste y su posteridad se acordaran siempre de las enseñanzas fundamentales que se les habían impartido. Considero que los seres humanos somos propensos a olvidar. Es fácil olvidar. Nuestros pesares, nuestras alegrías, nuestras preocupaciones, nuestros grandes problemas se van desvaneciendo hasta cierto punto con el paso del tiempo; y muchas de las lecciones que aprendemos en la vida se nos olvidan"
(Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, págs. 112-113).