miércoles

Spencer W. Kimball

"¿Hermano Kimball, ha estado usted alguna vez en el cielo?
"Mi respuesta pareció sorprenderlo de igual manera cuando le dije sin titubear: 'Sí, hermano Richards, como no. Precisamente antes de venir a su estudio se me concedió una mirada al cielo' ...
"Sí, apenas hará una hora más o menos. Sucedió en el Santo Templo, allí enfrente. La sala de sellar con sus gruesos muros pintados de blanco nos aislaba del ruido del mundo; tiene bonitas cortinas de color claro; los muebles, limpios y señoriales; sendos espejos sobre dos de las paredes opuestas parecían proyectar la imagen de las personas hasta la infinidad; y la vidriera de colores frente a mí con sus suaves matices daba al conjunto un bello colorido. Todos los que se hallaban en la sala estaban vestidos de blanco. Uno sentía allí paz, armonía y animada expectación. Un joven muy bien arreglado y una señorita lindamente ataviada se encontraban arrodillados en los lados respectivos del altar. Autorizadamente, pronuncié la ceremonia celestial que los unió en matrimonio y los selló por la eternidad, tanto en la tierra como en el mundo celestial. Los puros de corazón estaban allí; el cielo estaba allí.
"Habiéndose solemnizado el matrimonio eterno y en medio de serenas felicitaciones, un padre feliz, rebosante de gozo, me extendió la mano y me dijo: 'Hermano Kimball, mi esposa y yo somos personas comunes y corrientes y nunca hemos logrado mucho éxito; pero nos sentimos inmensamente orgullosos de nuestra familia'. Entonces continuó: 'Este es el último de nuestros ocho hijos en venir a esta Santa Casa para efectuar su matrimonio en el templo. Los otros, con sus cónyuges, están aquí para tomar parte en el matrimonio de éste, nuestro hijo menor. Hoyes un día supremamente feliz para nosotros, con todos nuestros ocho hijos casados debidamente. Son fieles al Señor en su servicio a la Iglesia y los mayores ya están criando a sus hijos en la rectitud'.
"Miré sus manos callosas, su áspero aspecto exterior y pensé dentro de mí: He aquí un hijo verdadero de Dios que está realizando su destino.
" '¿Exito?', le dije al estrechar su mano, y añadí:
'Es el relato más notable y de mayor éxito que he oído'."
(Spencer W. Kimball "Vislumbrando el cielo", Liahona, abril de 1972)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bendición que hayan personas que como Uds que nos con estas citas tan bellas que bendicen y enriquecen nuestro Espíritu muchas gracias