sábado

Boyd K. Packer

Son muchas las razones por las cuales debemos desear ir al templo. Incluso en su aspecto exterior, parece dar una idea de sus fines de carácter profundamente espiritual. Esto se hace mucho más patente dentro de sus paredes. Sobre la puerta del templo se encuentra la inscripción: “Santidad al Señor”. Cuando se entra en cualquier templo que se haya dedicado, se entra en la Casa del Señor.
En los templos, los miembros de la Iglesia que se hacen merecedores de entrar en ellos, pueden participar en las ordenanzas redentoras más exaltadas que se han revelado al género humano. Allí, en una ceremonia sagrada, la persona puede ser lavada y ungida, recibir instrucción, ser investida y sellada. Y cuando nosotros mismos hayamos recibido esas bendiciones, podremos oficiar por aquellos que hayan muerto sin haber tenido esa oportunidad. En los templos se efectúan ordenanzas sagradas tanto para los vivos como por los muertos.
La lectura detenida y a conciencia de las Escrituras revela el hecho de que el Señor no comunicó todas las cosas a todas las personas, sino que se establecieron ciertos requisitos que eran necesarios para recibir información sagrada. Las ceremonias que se efectúan en el templo se encuentran en esta categoría.
No hablamos de las ordenanzas del templo fuera de esos edificios. Nunca se dispuso que el conocimiento de estas ceremonias se limitara a un pequeño número de personas selectas que estarían obligadas a asegurarse de que nadie más se enterara de ellas; en realidad, es todo lo contrario, ya que exhortamos vigorosamente a toda persona a prepararse y hacerse merecedora de la experiencia del templo. A los que han ido a la Casa del Señor se les ha enseñado un ideal: Algún día toda alma viviente y toda alma que haya vivido tendrá la oportunidad de oír el Evangelio y de aceptar o rechazar lo que el templo ofrece. Si se rehúsa esta oportunidad, el rechazo debe provenir de la persona misma.
Las ordenanzas y las ceremonias del templo son sencillas; son hermosas y son sagradas. Se conservan confidenciales, no sea que se den a conocer a quienes no estén preparados para ellas. La curiosidad no es una preparación, como tampoco lo es un profundo interés. La preparación para dichas ordenanzas supone ciertos pasos preliminares: fe, arrepentimiento, bautismo, confirmación y méritos; la madurez y dignidad que se espera de aquel que va como invitado a la Casa del Señor.

2 comentarios:

Dianymarj dijo...

Gracias por los mensajes tan hermosos que nos brinda el Señor a través de Sus siervos =)

Dianymarj dijo...

Gracias a estos temas tan importantes para nuestra vida muchas personas que aún no conocen el Evangelio pueden encontrar una guía en sus vidas.