El presidente Spencer W. Kimball, refiriéndose a la forma íntima y sincera en que debemos orar, ha dicho: "En nuestras oraciones no debe haber ningún encubrimiento ni hipocresía, ya que en esto no puede haber engaño. Dios conoce nuestras verdaderas condiciones. ¿Podemos decirle cuan buenos o débiles somos? Ante El nos presentamos exactamente como somos, sin ninguna clase de disfraz. Cuando elevamos nuestras súplicas al Padre Celestial, ¿lo hacemos con modestia, sinceridad y con un 'corazón quebrantado y un espíritu contrito', o somos como los fariseos que se vanagloriaban de cuan perfectamente cumplían con la ley de Moisés? Al hablarle a nuestro Dios, ¿lo hacemos con palabras trilladas y con frases gastadas, o le hablamos en un tono íntimo por todo el tiempo que la ocasión lo requiera? ¿Oramos sólo de vez en cuando, cuando deberíamos estar orando regularmente, con toda frecuencia y constancia? ¿Pagamos el precio que se requiere para recibir respuesta a nuestras oraciones?"
(Spencer W. Kimball - La fe Precede al Milagro.)
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